Sobre mi vida - Primera parte.

Nací en el distrito federal, en el hospital Español.. ese que tiene las rampas afuera del pabellón de recién nacidos, inclinaciones que sirvieron de juegos tras cada nacimiento de algún primo. Cabe decir que soy el segundo en mi generación por parte de la familia materna cuyo eje fue el Abuelo (Tomás Bilbao Hospitalet) quien tuvo cargos varios durante la república, incluso como ministro en el gobierno de Negrín durante la guerra Civil en España.
La familia de mi padre, llegada desde cuba en los albores del siglo XX, partió de Euskadi por diversas razones y motivos - la parte más romántica sin duda es la idea de que el abuelo Melitón Zuinaga (maquinista naval) siguió a Susana a los confines del mundo estando enamorado - Y la abuela Susana siguió a su padre, Juan Basauri, quien salía de aquellas tierras por un asedio al nacionalismo de un euskaldun creativo...
Al nacer yo habían fallecido ya los abuelos paternos y tenía escasamente dos o tres años de edad cuando el abuelo Tomás Bilbao Hospitalet falleció minutos después de regresar a su casa habiendo hecho una visita a su hija mayor (de los que sobrevivían aún) que no era otra que mi madre - el pretexto, según mi madre, fue que yo me encontraba enfermo y el abuelo se preocupaba por mi salud. Años después supe que ese día el abuelo había ido y regresado de un viaje a Acapulco, para supervisar la construcción de una obra arquitectónica y su cansancio debió pesar en su ánimo y su presión sanguínea.
Mi infancia estuvo llena de los recuerdos de la familia materna: la guerra, la estadía en Burdeos y en el valle de Eustaritz mientras el abuelo fungía como consul en Perpignan tratando de sacar a la gente que emigraba de esa España en llamas; o en París, durante el encierro del abuelo en campos de concentración (de los cuales salió gracias a diversos funcionarios franceses, a una confusión con su nombre, y a la oportuna intervención de Ercoreca, dirigente del Partido Comunista Español) hasta los cuales fueron altas autoridades franquistas para pedir su extradición y fusilarlo.
Mi madre atrajo a sus hermanos a vivir en un edificio de la Colonia Cuauhtemoc, repleto de refugiados del exilio Español. Vivían allí la familia Espresate, los Arreola, los Folch, los Tarragona-Saez, y más de la mitad de la entonces familia Bilbao Durán. El edificio de siete pisos era propiedad del marido (Don Gregorio) de la hermana de los Salvat, ya entonces editores muy conocidos.
Mi padre, lo más cercano que he conocido a una entelequia del ser humano, tuvo sin duda una gran influencia en mi, tanto por su carácter afable y tranquilo como por la extraña combinación de sus sueños, la forma de pensar, su desbordante humanismo y las actitudes que asumió ante la amistad, el cariño y los aspectos prácticos de la vida... las lecturas de Julio Verne, Jonathan Swift, Salgari, Jack London, Alejandro Dumas, Tolstoi, Balzac, Flaubert, Emile Zola, Steinbeck, Dostoyevski, Victor Hugo... fueron parte de las inducciones que causaba mi padre en mis inquietudes por vivir tantos mundos a través de los libros.
A los sobrinos e hijos nos fueron inscribiendo al Liceo Franco Mexicano (convertido en territorio Francés desde la visita del entonces presidente de Francia, Charles De Gaulle, a México - lo que complicaba en buena medida las revueltas estudiantiles durante el mayo y el octubre del 68, bajo amenazas gubernamentales de aplicar en masa el artículo 33 de la constitución). Había en ello, supongo, la idea que flotaba siempre en esos años de regresar a España, o al menos inscribirnos en alguna escuela cuyos estudios estuviesen revalidados en España. Peculiar lugar educativo, muy propio de esa educación elitista con decenas de filtros acorde a la selección de los mejor preparados. Mucha disciplina y creativa reacción de alumnos con inquietudes, muchos de ellos hijos de exiliados españoles. Mis primeros acercamientos al anarquismo a través de Cohn Bendit, a la postura de los intelectuales como Sartre y Camus, al humanismo de Bertrand Russel, a Rousseau, Regis Debray, Hesse, Unamuno... Las lecturas de García Márquez, Fuentes, Paz, Cortazar, Vargas Llosa, Benedetti, Borges, Carpentier, Revueltas, etc...
Fui aprendiendo en todo ese entorno del exilio español sobre las artes, el sentido de la vida, acerca de los principios más fundamentales del ser humano, de la ética y la política... Pero fue en Facultad en donde tomaron forma muchas cosas con el aprendizaje de los textos de Marx, de Gramsci y tantos teóricos sobre la Economía Política y el Materialismo Histórico.


 Pese a no tener hermanos, el hecho de que mi madre haya procurado reunir en aquél edificio Nervión, en la calle de Río Tigris de la colonia Cuauhtémoc a buena parte de sus hermanos y a mi abuela materna, hizo que el convivio con mis primos fuese semejante a cohabitar con hermanos, particularmente con dos primos, José Luis y Pablo Benlliure (Joseluis dos años mayor que yo y Pablo apenas unos meses menor que yo). Los demás primos, hijos de Jose, Maricarmen y Marisol, hermanos de mi madre, eran al menos tres o más años menores que nosotros y supongo que ello les distanciaba en buena medida de las inquietudes e intereses más primarios de aquellos que nos unían como generación a José Luis, Pablo y yo. 
    El tío Tomás, el menor de los hermanos de mi madre me llevaba diez años y probablemente eso le hizo que ocupase un papel preponderante en las vidas de este trío, sus inquietudes su medio y la convivencia que tenía con nosotros le hacían tomar la forma de un guía en muy variados aspectos de nuestras jóvenes vidas. Probablemente su influencia fue mayor sobre mi, dado que desde que yo era muy pequeño, antes incluso de irnos a vivir al edificio Nervión, Tomás pasaba temporadas en casa de mis padres, particularmente cuando la abuela Julia, su madre y con quien vivía Tomás, viajaba a España. Recuerdo bien escenas de juegos varios en el departamento de la calle de Barcelona, juegos que compartía con Tomás y en ocasiones incluso con mi padre también... 
    El edificio de Tigris, como más de veinticinco años después pudimos observar, se convirtió en un hito en la vida de esas familias, tanto por el convivio cotidiano como por las diferentes etapas y edades por las que todos en aquellas familias cruzamos.
 
 (continuará)