2 nov 2014

Cómo nacen las ilusiones...

En ocasiones no es nada sencillo hablar sobre sentimientos, buscar analizar como son, como operan en uno mismo.. pero de entre tantas cosas que pueden cimbrar con su sola presencia, su etérea presencia, está la ilusión. Ilusión que cobra forma sin tenerla, que brota espontánea en tantos momentos del día, que crea e impone sus propias pausas a todo otro pensamiento e inunda, conforme crece, con mariposas el vientre, con sonrisas involuntarias su existencia, con fuentes brotantes y ríos que se esparcen su alegría.. sus presencias lejos de tener una metamorfosis solo se tornan mas recurrentes, mas vívidas, más intensas.. pueden no tener un terreno al cual asirse, del cual provenir y del cual volverse objetos sólidos.. son etéreas, pero no son de ninguna manera volátiles, están, están ahí.. necias, tozudas, delicadas y rimbombantes.
La ilusión se asocia con algún sentimiento, con algún proyecto, con alguna utopía incluso y se vuelve el terror de los mares de las circunvoluciones y ventrículos cerebrales y flujos sanguineos arrasando con cuanto triste galeón, velero de angustias o carguero de negros y petroleros aceites nongratos se acerque a ellas.
Causas? Aquí si no puedo sino ser tan personal como pueda.. ese análisis es interno y por ende tan subjetivo como desquiciado se encuentre uno.. sin duda alguna, la causa que más profundo arraiga es una mujer (en mi caso, reitero).. sin duda hay otros sucesos como el ver nacer desde las ideas un gran proyecto que emociona y con el tiempo cristaliza en realidades.. pero de lejos, y en una edad ausente de romper con magia los regalos de navidad y reyes.. una mujer es la única capaz de provocar "in crescendo" esa luminosidad tan pasmosa del batir de corazones y tambores, del embrujo que obliga a una sonrisa, del revoloteo de imágenes, letras escritas por ella, aromas, voces, decires o tan solo susurros del aire que respira aquel suspiro hondo y largo.. del tiempo que no existe y el renacer de brasas..
Una ilusión provocada, causada por una mujer.. tiene forma sin duda, tiene milímetros y pies cúbicos de piel, capaces de volar.. tiene aromas capaces de aspirarse sin estar.. de tocarse, de acariciarse sin objeto sólido que esté presente.. vuela, flota, revolotea sin viento ni aire que inhalar.. sabor sin abrir siquiera los labios.. se ve, se admira, se dibuja, se torna.. sin plano ni espacio alguno al cual mirar.. se siente, con todo el vértigo de la sensualidad en pleno.. sin estar alrededor, ni a la vista.
De lejos, es la causa mas impune de una ilusión.. ¡¡pero que delicia es tener y vivir esa ilusión!!

La decisión más difícil

Pedro se desesperaba cada día más. Era un hombre ya mayor, nunca se había casado y no tenía hijos. En su vida su mayor deleite habían sido los cientos de libros que había leido, vivido intensamente, absorbido y meditado. Probablemente ello había influido en su forma de expresarse ya que cuando había cualquier reunión en el pueblo o en la cooperativa siempre que él solicitaba la palabra prácticamente todos prestaban oido a lo que él tenía que decir. En los últimos quince o veinte años las cosas se habían puesto mal. Le habían arrebatado a los agricultores del pueblo la concesión de los pozos que tanto ellos como algunos ingenieros de la SARH habían cavado. El agua escaseaba en todos sentidos y las cosechas mermaban su calidad y cantidad. Ahora además los precios de la gasolina y la luz habían subido casi al triple. Incluso muchos jóvenes del pueblo habían preferido la aventura de irse y cruzar la frontera; muchos murieron en el intento y muchos otros ahora eran regresados, llenos de moretones y humillaciones. Pedro tenía muy claros, según él, los motivos y las acciones que habían llevado a tales situaciones y ondeaban en su mente aquellos libros de las grandes gestas revolucionarias del siglo XX. De manera que cuando pedía la palabra en las asambleas del pueblo la gente intentaba escucharlo y aunque mucho no le entendían en algunos de sus monólogos igual se emocionaban con los tonos que la rabia y coraje que acompañaban sus palabras infundían en ellos. En esa última asamblea fueron precisamente sus mejores amigos, Damián y Santiago quienes se acercaron a él para tomar el micrófono y gritar en voz alta: "Ya basta de agacharnos y acomodarnos a nuevos problemas que el pinchi gobierno nos pone enfrente, junten todas las armas que puedan y vamos a reunirnos detrás de la milpa de don Juvencio en unas tres o cuatro horas. Mejor peliar que agacharse. Vamos a recebir a esos güeritos ingenieros como se merecen, a tiros". Santiago se volteó a ver a Pedro a los ojos. Pedro estaba espantado de la reacción de sus dos grandes amigos, no sabía cómo reaccionar. Nadie se fijó que un joven salía presuroso del granero donde se estaba celebrando la asamblea. Pedro pensó bien sus palabras y frente a la mirada de Damián y Santiago les dijo en un tono lo más tranquilo posible, mientras los demás asistentes a la asamblea dejaban el lugar:"solo recuerden que a la hora de los tiros, ahora más que nunca con la forma en que se prepara a los militares y, con las armas viejas que algunos compañeros tienen, del otro lado va a llover mucho más plomo -hizo una breve pausa y soltó a mansalva la pregunta- ¿Sacrificarán a todos para sentirse heroes? Zapata y Villa sabían que la gente tiene que armarse y entrenarse, pero lo más importante es, además, que alguien sepa de cómo se hace la guerra... o la guerrilla.
-Tons qué Pedro ¿te nos vas a unir o no? Cada vez son más las autodefensas que se organizan. Además eres tu quien nos ha enseñado que puede haber otra vida para los ciudadanos en un mejor país. Santiago se va encargar de conseguirte una buena pistola con muchas balas... !Tienes que venir con nosotros !
Había llegado ese momento que Pedro temía desde años atrás. A su edad dificilmente serviría como guerrillero y sus piernas ya tenían serios problemas.
- Lo voy a pensar seriamente... respondió, y se dirigió a las puertas del granero. Cuando llegó frente al árbol más cercano, a unos treinta metros de la puerta del granero su cuerpo se dobló ante el miedo, quedó de rodillas y vomitó al pie del árbol.
Por: Julio Iñaki Zuinaga Bilbao

(6) La decisión más difícil

3 jul 2014

Y sí, vaya que te quiero...

Te quiero como el deleite de las mañanas verdes.
Te quiero bajo la hoja caída de aquél viejo ciprés.

Te quiero como te añora ésta pluma fuente,
que es necia y solo escribe tachones con tu nombre
sobre este cuaderno, encima de la mesa de este café
y en la silla de enfrente se vuelve nítida y coqueta
tu imagen una y otra vez.

Te quiero sobre la sábana
que te añora en cada arruga y cada doblez.

Te quiero en tu sonrisa que deja llena de luz las aciagas tardes
en las que las letras no tienen sentido al buscar su palabra,
no embonan ni explican mi insensatez.

Te quiero en mis mariposas estomacales
cuando espero con esas ansias naranjas tu llegada.

Te quiero con esos, tus ojos
que atraviesan las barrancas de mi ser, sin pisar,
solo abriéndose irremisible el paso con tu mirada en la mía.

Y tu, tu preguntas si te quiero...

1 jun 2014

Microrrelato...

"Cuando él entró en la sala jamás imaginé la cantidad de las sanguinarias tropelías que me hizo cometer durante los siguientes años, todo por haberle relatado mi antiguo secreto el cual mencioné solo como una breve anécdota, a partir de su llamada por teléfono al día siguiente su chantaje me ha convertido en otra persona a la que he aborrecido hasta hace unas horas cuando tomé la decisión de tomarme la mitad de este frasco de pastillas, lo que hice hace unos minutos."