23 feb 2012

Comparando ambientes...

Cuán diferente se siente, se entiende, se comprende ... el ambiente político que ahora se vive y los vividos a cuatro meses de las elecciones en 2000 y 2006, o en su defecto en 1988. El temor a seguir en las mismas tendencias que hoy caldean la vida cotidiana de las mayorías parece desbordarse por todos los rincones. La memoria colectiva, acicalada por la incredulidad hacia los políticos, esconde en cajones de viejos muebles las décadas habidas detrás de este momento. Nada parece provocar entusiasmo, y la incredulidad reina ante lenguajes añejos y obscuros que lejos están de despertar expectación y provocar con argumentos encendidos las conciencias. Se antojan vanos los discursos y aquellos que construyen algo nuevo se hunden en mares de palabras que los esconden.
No hay audacias ni resulta atractivo para la clase política el pensar en ellas, solo impera la cascada de pequeños golpes en la gran mascarada. Descalificar sin autoridad moral, ayudándose en las desmemorias es el sucio día a día que hunde a la ciudadanía en esa abulia hacia lo político.
Tal vez lo único salvable es lo que proviene de lo social, movimientos que se tejen con redes y vecinos. Su intensidad es poco notoria pese a la multiplicidad de sus correas de transmisión y temáticas en las que se envuelve. Estos movimientos contrastan discretamente ante el alud de declaraciones políticas vacías de proyectos a futuros, pero su impacto está aún por verse. Las alimentan el miedo, la indignación, las formas nuevas de vincularse de tu a tu entre ciudadanos, la acción y avance gradual de muchas organizaciones no gubernamentales. Son sin duda formas pausadas y en apariencia tenues, aunque tenaces, de una lucha de clases en el mundo contemporáneo. Su paso es lento pero la experiencia acumulada de quienes las acarician y alimentan les brinda existencia a futuro.
Tal vez esta sea hoy la mejor esperanza a la cual apostar acciones y creatividad.

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