22 dic 2012

Episodio Citadino Num.1

Con éste episodio inauguro una temática sobre situaciones diversas de la vida cotidiana en la Ciudad de México. Ojalá estos relatos sean de su agrado o resulten en tener algún impacto en repensar la vida en colectivo de nuestra ciudad.

EPISODIO 1

Sábado 17 de Noviembre de 2012
"La dama de las anchas caderas y la cintura apretada"
11:30 am
Severino, Leonor su mujer, y la vecina van de visita a casa del compadre. Antes de salir de casa han revisado en los mapas Google la mejor forma de llegar. Leonor maneja con bastante prudencia y viene dando vueltas en la cabeza para planear que la charla salga lo mejor posible...
"Recuerda hay que subirse a Churubusco y bajar justo después de pasar Tlalpan" comenta Severino en aras de evitar alguna distracción de Leonor que pueda desviarles de la ruta.
Leonor, la mujer de Severino se encuentra entusiasmada porque ha visto la posibilidad de que Andrea, la vecina, y Rolando el compadre sean personas compatibles y simpaticen mutuamente. "Esa manía de celestina de mi mujer" pensaba Severino.
Durante los días previos, tras la venta del anterior departamento, y no habiendo aún firmado la compra-venta del nuevo habían tenido que llevar todo el ajuar doméstico a una bodega. Por esa razón habían también decidido probar diversos lugares en los que se aprobaba la estancia con todo y una mascota. Dichos lugares eran realmente escasos y habiendo probado un par de ellos ninguno logró que la estancia fuese cómoda o con la suficiente seguridad. Lo que menos buscaban era la complicación de la rutina diaria de manera que optaron por aceptar la oferta del compadre para quedarse con la perra por unos días durante los cuales irían a visitarla en varias ocasiones. Esta sería esa primera visita
El tráfico obligaba a frenar e ir despacio y se habían colocado en el carril derecho de la Avenida para poder salir apenas cruzar por encima de la Calzada de Tlalpan. Severino observaba el tráfico vehicular que les obligó a frenar con prudencia justo antes de atravesar la Calzada de Tlalpan. Una vez que el auto se detuvo Severino sintió que seguían avanzando y algo les empujaba hacia adelante y lentamente les hacía virar el frente del automóvil hacia la derecha... se les estaba embarrando un automóvil por el costado, entre la banqueta y el carril derecho, el de baja velocidad. Un Volkswagen rojo que después alegó haberse quedado sin frenos estaba empujando el costado derecho del auto. Terminaron dando un pequeño golpe al automóvil que tenían enfrente del que salió de inmediato el conductor para verificar el estado de su golpe, hecho lo cual simplemente le comentó a Leonor, que apenas abría la puerta de su costado, "No le pasó nada a mi auto". Se volvió a meter en su automóvil y arrancó con el movimiento del tráfico que se estaba ya destrabando. El tiempo parecía correr muy despacio cuando todo ello ocurrió...
11:40 am
Los autos quedaron enganchados al romper la salpicadera del Volkswagen la pieza que une las facias superior e inferior de ese costado del auto de Leonor y Severino, de modo que parte de una de las facias quedó enganchada a la ahora ruina de la salpicadera del "Vocho".
Severino no podía abrir la puerta de su costado, sus reacciones fueron muy lentas y se fueron sucediendo en éste orden :
Vio a su mujer salir del auto por la puerta del conductor una vez que el movimiento se detuvo.
Luego, soltó con encono hacia el día un seco y sentido dicho, el clásico "puta madre", mientras veía de reojo al Volkswagen que detuvo su empujón y su avance justo antes de llegar a tapar toda la puerta trasera de su costado.
Posteriormente, volteó a ver a la vecina quien estaba sentada en el asiento posterior en el costado donde se fue incrustando la salpicadera del "Vocho" y le preguntó "¿Estás bien?". "Asustada" contestó ella sin saber bien a bien qué hacer o decir. Severino supuso que su soez expresión tan solo había añadido mayor drama y se arrepintió de haberla proferido toda vez que la vecina, Andrea, lo tenía por una  persona muy seria.
De manera que optó por abrir la pequeña tapa del compartimento donde guardaban los documentos del auto, tomo el sobre de la compañía de seguros en la que se había asegurado el auto y se arrastró hasta poder salir por la puerta del conductor para alcanzar a su mujer que ya dialogaba con el conductor del "Vocho".
Aquél hombrecillo aceptaba su culpa, "me quedé sin frenos" decía una y otra vez y repetía "es de hombres aceptar la culpa, yo pagaré por ello"... Su vocho tenía placas del Estado de México: MJE-44-38
11:48 am
Leonor y Severino buscaron entre los papeles del seguro el teléfono al cual llamar en caso de un choque. Fue Leonor quien llamó al seguro... "En breve llegará el ajustador, no se muevan de allí, es muy probable que se comunique con ustedes para saber el sitio exacto" fue la respuesta del agente de seguros que nos recibió la llamada.
La contraparte del golpe, un hombre de unos treinta y tantos años, baja estatura, de gruesa complexión particularmente en el vientre, barba y bigote negros a medio salir, procuraba esconder su temor a tener que pagar ambos golpes dado que su automóvil no estaba asegurado. Cuando Severino se le acercó para saber más sobre las acciones y actitud de aquel hombre éste tan solo le repetía "es de hombres aceptar la culpa, yo pagaré por ello". Después de varios minutos, los que para todos se estaban convirtiendo en eternos, llegó un amigo de aquel hombrecillo que tras estacionar su auto al principio de la ahora fila de autos implicados en el evento se unió al hombrecillo y consultaron ambos sus prerrogativas. Acto seguido llamaron a algún lugar de grúas ya que su auto no podría circular.
12:20 am
La espera se prolongó unos cuarenta minutos antes de la llegada del ajustador, fumar dos cigarrillos fue la medida del tiempo para Severino. Mientras éste esperaba decidió colocarse en el espacio previo al accidente y procuraba hacer señas al tráfico del carril derecho para que este se orientase a sumarse al carril central y el flujo vehicular no se perdiese y con ello evitaría también cualquier riesgo o rozón que algún vehículo pudiese dar a su automóvil, que era el que había quedado hacia el interior de la avenida. Apenas llegado, el ajustador procedió a bajar de su automóvil e identificarse con Leonor, se aprestó a tomar fotos del "siniestro", hacer apuntes sobre un par de formatos y regresar con Leonor y Severino a escuchar de éstos el relato de lo sucedido con el mayor detalle posible. Hecho lo cual, se acercó al conductor del Volkswagen. Severino y su mujer estimaron que su intención fue el recabar también su propia descripción de los hechos, recabar sus datos y número de licencia y ratificar que no contase con un seguro para su automóvil. Tras un par de minutos hablando con el conductor del Volkswagen el ajustador regresó a su automóvil, presumiblemente para transmitir los datos completos a la central del seguro y pedir estimados de costos de arreglo del automóvil asegurado.
12:50 am
Llega otro auto, un Honda con placas MHD-71-58 del estado de México, y se estaciona delante de nosotros. Baja de él una mujer enfundada en unos apretados pantalones de mezclilla que semejan un corazón azul con la parte superior encogida por un ancho cinturón negro, una blusa no menos pegada al cuerpo y una chamarra de piel negra, cabellos negros lacios hasta los hombros y los afamados lentes negros sobre una tez blanca sexo-delicadamente maquillada. Aquella dama pasó ignorando la inmediata presencia de Leonor, Severino y Andrea, la vecina, quien ya se les había unido fuera del auto, y se dirigió a hablar con  
1:33 pm
Por la lateral de la Avenida Churubusco llega una grúa y sus ocupantes suben a ver el golpe tras lo cual sugieren que no se puede subir el Volkswagen a la grúa sin antes separar ambos autos que se encuentran enganchados. Dicho lo anterior, la grúa se retira.
Se paran varios vehículos en diferentes momentos, notoriamente uno que llega a prestar su ayuda y baja con herramientas para tratar de separar el enganchón. Varios hombres pasan las de Caín empujando y haciendo rebotar sobre el asfalto ambos vehículos para poderlos desenganchar.
Hacen una pequeña asamblea la dama de las anchas caderas y jeans ajustadísimos del auto de enfrente, el conductor del Volkswagen y su amigo... nos dejan fuera de su charla y el ajustador se acerca a mí para decirme "habrá problemas"...
- ¿Por qué si él dice que pagará?
- Eso habrá dicho, pero no firmará sin darnos antes dinero y ya pedí una cotización a la aseguradora, seguro no querrá pagar la cantidad. Pero esa mujer que acaba de llegar es una gestora al parecer. Son personas que están al acecho de accidentes y al ver éste es casi seguro que llamará a su empresa. Esas empresas son quienes apoyan en estos casos a microbuses, combis y taxis que no cuentan con un seguro y están cazando accidentes para, supuestamente, apoyar a los conductores a que no paguen todos los daños. Y claro, ellos se llevan su tarifa.
2:40 pm
Llega otra mujer, una joven conduciendo una motocicleta, la cual apenas recargar su moto se reúne con el cónclave del Volkswagen. Leonor y Severino estaban atentos a los gestos de los miembros del cónclave, sobresalía la sonrisa artística y permanente de la dama de las anchas caderas en tanto que la joven ajustadora variaba en sus gestos al hablar e incluso parecía regañar en algún momento a la sonriente advenediza. Minutos después, la joven ajustadora se acerca al ajustador que se encontraba separado de todos y recargado en su propio auto con el teléfono en las manos, y habla con él.
El ajustador se acerca a Severino y le comenta:
- Esa mujer no es sino una vendedora de los servicios de la empresa y ya llegó la ajustadora de la empresa. Pero esa señora ya está haciendo enojar a la ajustadora, les está diciendo que se vayan a la agencia de ministerio público y ahí se puede arreglar que ustedes le paguen a él si hay un perito o funcionarios que ellos conozcan.
- O sea... ¿la corrupción por delante...? -rugió Severino.
- Así es -respondió el ajustador- Cada vez que vemos que aparece una de esas personas ya sabemos que van a hacer lo posible para alargar todos los trámites y hacer todo más largo, eso le da esperanzas a sus clientes que no saben de los procedimientos y no les cuesta ningún trabajo estar engañando a sus nuevos clientes con la esperanza de que no tendrán que pagar ellos, aunque ellos sí se llevan su tarifa.
El ajustador hizo una pausa, meditando lo que diría y continuó diciendo:
- Hoy es sábado, adelante hay otros dos choques por lo que pude observar. Tenemos que esperar a que llegue una patrulla y levante los datos. Seguro ellos, sobre todo con las tonterías que les está diciendo esa señora, van a querer que nos vayamos todos al ministerio público y allí, considerando que es sábado y el lunes es feriado, esperemos que sí haya un perito disponible.
Severino decidió externar sus dudas sobre los procedimientos en caso de tener que ir a la Delegación.
- ¿Y qué sucedería en caso de que nos vayamos al ministerio Público? ¿Cuáles serían los procedimientos? ¿Qué pasa, por ejemplo, con los autos?
Los autos se irían al corralón, no es caro son solo sesenta y tres pesos el sacarlo. A ellos sí les cobrarían el arrastre, creo que ese sí sale como  en mil quinientos.. Pero habrá que ver si hay todo el personal necesario en el Ministerio Público. De no ser así y falte, por ejemplo, el perito, será hasta que él llegue. Y si ya no se encuentra al perito... porque haya tenido que ir a ver otros vehículos, igual todo se haría hasta el martes probablemente, para que emita su peritaje y que puedan sacar su auto. Ellas lo saben y por eso esa señora les sigue diciendo que es mejor irse al Ministerio. Pero no les dice que las fotos que tomamos indican que es culpa del Piloto del Volkswagen, y es precisamente por eso por lo que no debemos separar los vehículos antes de tomarles fotos.
- Además -comentó Severino- si es cierto que sus frenos están bajos o que ya se quedó sin frenos, eso podría corroborarlo el perito ¿No es así?
- Si de verdad se quedó sin frenos sí sería fácil que el perito lo descubra.
- ¿Y ya le dieron, poco más o menos, una cotización del arreglo de mi auto?
- Sí, con las facias nuevas, ya que tienen pequeñas roturas ambas, serían unos seis o seis quinientos. Por eso le digo que él no aceptará, de hecho su propio auto le saldrá más caro aunque sea un modelo muy viejo.
Se oyeron voces de ¡Listo! ¡Ya lo soltamos! que provenían de los varios hombres que se encontraban junto a los autos. Severino se acercó y pudo observar que efectivamente, habían logrado separar ambos vehículos y el agradable señor que había bajado de su auto con herramientas incluso se encontraba al volante y colocaba el auto justo adelante del volkswagen, junto a la banqueta, atrás apenas del Honda de la mujer de caderas poderosas. Antes de salir del automóvil, ese hombre llamóa a Severino para que se acercara y le dijo:
- No se deje, no se deje amedrentar por esas personas, son solo coyotes, usted reclame sus derechos.
Severino le agradeció sus palabras y en minutos se retiraban ya quienes habían ayudado a separar con suficiente cuidado los autos...
3:15 pm
Sonó en ese momento el teléfono celular del ajustador quien solo mencionó un "permítame" y se alejó despacio, escuchando a su teléfono.
Leonor se acercó a Severino y le susurró -Ya vámonos, dejemos a todos esos acá y nos arrancamos.
-¿Para que nos boletinen y luego nos busque tránsito por haber huido de un siniestro? No podemos, hasta que aquí se logre un acuerdo.
- Uff -respondió Leonor.
Severino comenzaba a sentir una desesperación por lo absurdo de toda esa situación "Nos golpea.. dice que pagará.. llega esa advenediza y ahora hasta yo tengo temor de que hagan algún chanchullo en la Delegación y salgamos nosotros como culpables ¡Increible!" -pensó, y acto seguido se dirigió hacia aquel hombrecillo que había detonado todo ese evento. Cuando se encontró frente a él lo encaró y le miró a los ojos de tal forma que los demás que se encontraban junto a aquel hombre se separaron dejando a Severino solo frente a él.
- ¿De verdad tienes el descaro y la falta de dignidad de desdecirte de esta manera? -retumbaron las palabras de Severino.
Aquel hombrecillo bajó la cabeza sin decir palabra. Severino continuó diciendo:
- Tan poco hombre resulta después de decir que lo digno era pagar por lo que había provocado teniendo la culpa plena del golpe. Me decepciona usted, no le puedo llamar sino un cobarde.
- No tengo palabras -susurró aquel hombrecillo sin levantar la mirada.
Severino le observó unos segundos a sabiendas de que su mirada era suficiente para hacerlo apenarse, sentirse un hipócrita y regresó lentamente hacia donde se encontraba el ajustador.

3:35 pm
Severino caminó hacia atrás en la Avenida sobre la jardinera de pastos que separa Río Churubusco de la lateral, esperaba poder ver alguna patrulla para pararla. No había entendido muy bien para qué, pero había claramente escuchado al ajustador mencionar "necesitamos que llegue una patrulla". Se colocó en el punto en el que convergía la Avenida con una de las salidas hacia la lateral.
No tardó aparecer una patrulla sobre la avenida y Severino le hizo señas para que se detuviese. La patrulla se detuvo frente a él, sobre la salida hacia la lateral. Como ninguno de sus ocupantes descendía de la misma Severino se acercó al conductor quien observaba de reojo el accidente a unos veinte metros adelante y le comentó con rapidez:
- Necesitamos la presencia de ustedes, de una patrulla, para que ese choque defina ya lo que se hará... necesito que..
-Permítame un minuto señor -le atajó el conductor de la patrulla- nosotros vamos a otro problema aquí adelante, junto al Centro de las Artes. Seguro pasa en unos minutos otra patrulla y atienda su caso, yo le hablaré por radio para que vengan.
Dicho lo anterior, el patrullero arrancó su auto y saliendo hacia la lateral continuó sobre la misma...
Severino regresó junto al ajustador y le comentó lo sucedido. Impávido, el ajustador comentó:
- Esos no vienen, necesitamos a los que controlan todo esto. Esos son jóvenes y no hacen caso a sus jefes. Necesitamos a una patrulla de las que tienen una línea negra, o que venga en una camioneta.
4:10 pm
Severino tenía ya la sensación de que mientras más tiempo pasaba, más dejaba de entender lo que sucedería. Desconocía por completo lo que se debería hacer, lo que él debería hacer para que todo este asunto finalizase lo más rápidamente posible y continuar con las actividades que tenían programadas durante esa jornada. Miró hacia su automóvil, había tres hombres tratando de destrabar aún ambos vehículos, pero sentía que no era mayormente complicado el golpe que su propio auto había recibido, bastaría con destrabarlos para ya definir los siguientes pasos de toda esa situación.
Miró al ajustador que se encontraba ya junto a Leonor y Andrea y le dijo:
- Ahora, de acuerdo con usted, ¿Qué procede? ¿Qué vamos a hacer?
- Ustedes dirán. Si nos vamos a la Delegación o se arreglan con él... ustedes deciden qué quieren que hagamos.
El ajustador tenía la mirada puesta en el tráfico de la avenida y de pronto comenzó a agitar su brazo derecho, haciendo señas a algún vehículo que se acercaba. Leonor, que se encontraba más cercana al flujo de vehículos mencionó: "Ahí viene una camioneta de policía".
La camioneta se detuvo justo adelante de nuestro vehículo pegada a su lado derecho para evitar obstaculizar el tráfico. Un hombre robusto, uniformado, de cerca de cincuenta años, canoso con bigote arreglado, bajó de la camioneta y comenzó a charlar con el ajustador. Leonor y Severino se acercaron a ellos. Severino comentó, interrumpiéndoles:
- Intenté parar una patrulla hace unos minutos pero se siguieron hacia el Centro de las Artes, dijeron que había un problema allí.
El oficial de policía miro de arriba a abajo a Severino y contestó:
- Sí, esos eran jóvenes policías que se enviaron al tumulto que hay en el Centro de Artes. Esos no se paran cuando ven accidentes, no saben qué hacer a menos que les paguen, a nosotros no nos hacen caso.
- Necesitamos una patrulla para ver si se van ya a la delegación o no. El otro no tiene seguro pero ya llegaron gestores.
- Esos son los coyotes de todos los accidentes que logran encontrar -contestó el oficial- y en realidad no hacen sino alargar todo el trámite y luego cobran sus servicios y desaparecen. Yo ahorita tengo allá adelante dos golpes, si me esperan regreso en una media hora si bien me va. Tengo muy poca gente hoy y mañana ya es puente, se va a tardar todo a menos que se arreglen... Si me esperan...
Severino asintió con la cabeza y el ajustador le comentó al oficial: "Vaya, igual estaremos por aquí si regresa".
4:38 pm
La camioneta se retiró, y con ella se acrecentaron las dudas de Severino y las de Leonor. "¿Y Qué vamos a hacer?" se preguntaban.
Leonor tomó la palabra:
-Ya empezó el puente, todo se hará más largo y lento. Nuestro golpe parece que no es tan malo como pensamos al principio ¿Qué te parece si nos quedamos cada uno con su golpe y nosotros pagamos nuestro deducible? Y así ya nos vamos y no se llevan los autos al corralón en donde se tendrían que quedar hasta que los vea un perito de la delegación -preguntó a Severino y se giró hacia el ajustador a quien preguntó- ¿Se podrá hacer eso y usted nos da los papeles para meter el auto a algún taller de la aseguradora?
- Probablemente es lo mejor en estos momentos... Déjenme hablar con la ajustadora de ellos, le comento a ella y regreso a decirles que quieren ellos -contestó el ajustador, y se encaminó hacia alguna parte del corredor de pasto entre la avenida y la calle lateral desde donde llamó con un gesto a la joven ajustadora de la moto.
No tardó en regresar el ajustador y le comentó a Leonor y Severino en tono tranquilizador:
- Va a comentarles sobre la posibilidad de que cada uno pague su golpe y que ustedes estarían de acuerdo, vamos a ver que dicen ellos.
- ¡Es increíble!... venimos de paseo a ver a nuestra mascota, frenamos despacio por el tráfico y se nos embarra un auto sin frenos.. las cosas y los eventos se convierten en surrealismo puro cuando aparece esa siempre sonriente-fingida mujer de las anchas caderas y cintura sobre-apretujada -comentó Severino.
El ajustador soltó la risa tras el comentario sobre aquella mujer.
- Ahora hasta tememos que si vamos a la Delegación puedan ellos pagar "mordida" al perito de la Delegación y acabemos pagando ambos golpes.. es sencillamente increíble. ¿Para qué nos ha servido tener seguro? - soltó ya iracundo Severino.
- Créame que lo entiendo don Severino... susurró el ajustador.
- ¿Y qué pasaría entonces ahora? -preguntó Leonor.
- Si ellos aceptan, se firmaría una carta en la que se asiente que ambas partes están de acuerdo en asumir el costo de arreglo de su propio auto, yo les expido un formato para que puedan llevar su auto a un taller con los que trabaja la aseguradora y listo, nos podríamos retirar.
- ¡Hagamos eso amor! -respondió Leonor- No tiene sentido que tengamos que esperar aquí más tiempo para que luego se lleven el carro al corralón y luego tengamos que regresar a la Delegación hasta el martes, si bien nos va.. y que aún así dependamos de otro perito para que diga que el señor tuvo, o no, la culpa... ¡Vámonos ya!
- Hay que esperar a ver que dicen ellos, pero yo creo que van a aceptar -respondió el asegurador que opta por no asegurar nada.
No habrían pasado quince minutos cuando la joven hizo señas al ajustador, ambos se reunieron a una decena de metros de todos los demás.
El ajustador se acercó con una hoja escrita a mano que tendió a Leonor.
- Es el acuerdo, lo deben firmar los dos conductores.
Leonor observó que estaban en blanco tanto el espacio en el que debía aparecer su nombre como su firma. Inventó nombre y firma y se lo regresó al ajustador quien lo regresó a la joven ajustadora, tras lo cual el ajustador se aproximó a su automóvil y sacó nuevos formatos que comenzó a llenar mientras se acercaba a Leonor y Severino, a quienes se les sumaba ahora Andrea que había logrado dormir unos minutos en asiento posterior del automóvil.
- Tengo estos X, Y y Z talleres cercanos -señaló el ajustador- díganme a cual prefieren ir y yo lleno los datos para que presenten este papel en el taller y dejen su automóvil para que reparen los desperfectos del choque. Estimo que se tardaría poco más de una semana en quedar listo y ustedes solo pagarían el deducible, o tal vez menos. También tienen la prerrogativa de ir a su propio taller de confianza y pedir presupuesto. Ya viendo el golpe tras haber separado los autos, creo que el daño es menor a lo que pensamos inicialmente así que igual es más barato en algún taller de su confianza. Como sea, éste formato tiene una vigencia de veinte días para que lo lleven al taller.
5:12 pm
Llenado el formato y tras despedirse el ajustador, los tres subieron al automóvil y se retiraron al fin de aquel lugar tras un episodio más de la vida citadina.

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