23 oct 2010

Soñé un verdadero sueño...

No sé si soñé o soñé que soñaba...
Veía caras de alegría y alguien en la calle en la que cientos de personas festejaban se detuvo a decirme:
- ¡Ganamos! Hemos dado la vuelta al odio y emprendemos los pasos hacia un verdadero país como lo queremos millones desde hace décadas...
Lo tomé del brazo para evitar que se alejase en la algaravía reinante y le pregunté:
- ¿Qué ha sucedido?
- Ha triunfado la coalición de la ciudadanía. La izquierda, las ONG populares y el centro más liberal han arribado al triunfo aplastante en las elecciones. ¿Acaso no lo sabía usted?
- Lo siento - contesté buscando algún pretexto - acabo de llegar de la selva.
- Venga, le invito a tomar una copa de vino a ese café - dijo señalando hacia un negocio en la esquina más próxima.
Aposentados en una pequeña mesa comenzó el relato:
Mire... hace apenas un para de años o menos, este país estaba sumido en la violencia, la indefensión ante las luchas entre cárteles, la desidia y el desdén de políticos y gobierno por el ciudadano común. El ingreso familiar bajó a niveles intolerables, tres de cada cuatro familias no llegaban a fin de mes con sus ingresos. La angustia y el miedo, propiciados por la falta de respuesta a la violencia del crimen y sobretodo por el manejo político del miedo masivo y la politización de la justicia, hacían mella en todo el país.
Surgieron, en respuesta, varias formas en las que comenzaron a organizarse millones de ciudadanos. Las organizaciones civiles, los sindicatos, las ONG, y millones a través de las llamadas redes sociales comenzaron una afanosa búsqueda por acciones concretas para provocar cambios en su entorno diario. Miles de ciudadanos comenzaron a convocar a marchas múltiples en todo el país y se organizaron debates en todas las plazas públicas de la república para debatir iniciativas que circulaban en las redes sociales y que con mucho tino recababan y detallaban intelectuales, periodistas y cientos de ciudadanos. Fue sorprendente como fue creciendo el interés de millones y las plazas públicas y los debates en ellas fueron un detonador que generó la organización de comités ciudadanos en los barrios y colonias de todo el país. La seguridad promovida por los vecinos en los barrios organizándose, la promoción de iniciativas para disminuir gastos brutales de sueldos burócratas, la acelerada disminución de los créditos fiscales dados a las grandes empresas, la toma o complementación en muchos lugares de las mesas directivas de escuelas, clínicas y hospitales con miembros de los comités ciudadanos... Iniciativas así de la gente, de los ciudadanos, hicieron que el congreso detuviese muchas iniciativas que se discutían y que eran lastimosas al ingreso de las familias. Los partidos comenzaron a replegar sus tácticas y estratégias de obtener el poder y sus cuotas a toda costa y se vieron forzados a dejar que sus miembros se integrasen a los movimientos ciudadanos que confrontaban los vacíos de iniciativas internas de los partidos, pararon así iniciativas de la reforma laboral tan dañina para el futuro de los trabajadores, la reforma fiscal que era en síntesis una forma de continuar la brutal concentración de ingresos. Se propuso una profunda y detallada reforma ciudadana al Instituto federal Electoral.
El número de comités ciudadanos, las formas en las que estos seguían pautas democráticas y se mantenían en estrecho contacto, gracias a las redes primero - lo que obligó a los medios a unirse a esa enorme tendencia y separarse de seguir dibujando su realidad paralela del mundo y "video-Chou" de los famosos - y luego a la creciente lluvia de ideas y acciones que abordó la prensa primero y luego los demás medios. Todo ello barrió casi de un plumazo esa abulia y desidia en la que estaban los ciudadanos, bajo la consigna de la libertad del ciudadano, impedidos antes para tomar en sus manos las iniciativas.
Los debates pronto mostraron muchos puntos en los que había gran consenso en la población, contra lo que los medios y la clase política se afanaban por mostrar. Lo más asombroso es que este proceso fue pacífico y creció en forma fulminante. La gente se sorprendió de que fuesen tantos los que pensaban como ellos mismos. La sociedad civil rebasó a la sociedad política en forma apabullante y se decidió dar paso a una coalición que llevase a la renovación de la esfera política en todo el país.
Surgieron así candidaturas ciudadanas para estados tradicionalmente emblemáticos antes de las elecciones presidenciales y se vió en ellas la fuerza inimaginable que ese enorme y amorfo movimiento tenía. Se hicieron casi pasarelas de gente notable para que la gente decidiese, pero antes debían comprometerse con el programa que se construía en todo el país y que combina mejores condiciones de igualdad y distribución del ingreso con un enorme impulso a la educación, mejoras en las instituciones de salud y su atención y prevención en todos los rincones del país, una verdadera reforma fiscal, una reconstrucción de lo institucional que fuese realmente operativo y permitiese la consulta a la ciudadanía, toda una cascada de iniciativas para el mejoramiento de la seguridad y mayores derechos sociales y las mejoras de la infraestructura necesaria para ello que desembocasen en el fortalecimiento de nuevo de todo nuestro "mercado interno" en vez del entreguismo y fuga hacia la exportación de lo mejor que producimos. Se revisarán todas esas políticas, se fortalecerá el peso de lo público en las industrias estratégicas y se crearán de nuevo planes para la industria, el campo, la salud, el empleo, la vivienda y, por supuesto y a la cabeza de todo, se fortalecerá la educación y la investigación. Increíble como miles de personas preparadas han mostrado su inclinación por regresar a dar clases a la juventud y niñez.
Algo sorprendente también fue la desbandada de muchos de los denominados "sicarios" y su incorporación en este brutal movimiento. Fue finalmente la participación la que evitó la decantación de todo el movimiento, se borraban de un plumazo los intereses políticos individuales para añadirse y adherirse al interés del colectivo, algo que millones no habían experimentado nunca. Volvían a cobrar sentido tantas cosas como la defensa de la Nación, las libertades del individuo, la colectividad y la solidaridad, la ética social, lo sustentable y la vida en común con el planeta. Y al centro de todo ello, el concepto generado en la revolución francesa "el ciudadano".
Y así llegamos a estas elecciones con un gran programa nacional que se nutre aceleradamente de miles de iniciativas locales, regionales y nacionales de la población involucrada y dispuesta a ponerlos en práctica.
... y sonó mi despertador.

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