30 abr 2010

57 ni siquiera es cabalístico...

Es casi la norma natural el ponerse a pensar en uno mismo al llegar cada transición de edad. Particularmente después de los 50s. No cabe duda de que he transitado por diversas etapas, fases, generaciones, edades, momentos, espacios. Sin embargo, curiosamente, es en estas edades que siento con más intensidad el renacer de mi capacidad creativa, la necesidad de crear, la necesidad de transmitir, de expresar... Tal vez se deba a que los hombres tienen menos memoria histórica de las sensaciones y sentimientos que la mujer, lo cual no necesariamente es una desventaja de uno u otro, pero es real que muchas de las sensaciones que me han invadido, que han hecho cimbrarse el cuerpo con las emociones estos últimos años han dado la impresión de ser nuevas, distintas a las que antaño pude sentir, diferentes y extremas en la intensidad de las sensaciones mismas. Igual es falta de memoria, pero eso no inquieta ni desmerece las nuevas sensaciones.
Emprendo ahora con una avidez semejante a la de juventud los nuevos proyectos. Sé mejor ahora qué quiero hacer y qué no deseo. Aunque 57 no parece tener ni pies ni cabeza, es como un número que no alberga dentro de si nada especial, sí lo son tantas cosas que nacen en mi interior para integrar un nuevo futuro... 
Sea entonces bienvenido el 57 y el transcurrir del 58.

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