18 jul 2010

No sólo preocúpense... preocúpense y ocúpense.

El muy conocido dicho positivista que se brinda en forma alterna a quienes se hunden en la preocupación del análisis de su contexto desesperanzador "no te preocupes, ocúpate" ejemplifica hoy el estilo de análisis coyuntural y el golpeteo entre los distintos grupos y organizaciones políticas de la llamada izquierda mexicana. Cabe decir que leo con cierto agrado que a personas conocidas y amigas como Pepe Woldenberg y Juan Ramón de la Fuente las están proponiendo desde distintas tribunas ahora que ya está en la palestra la carrera al 2012.
Las organizaciones de la sociedad civil se mueven en un vaivén de grandes vacíos de consensos y búsquedas de opciones y espacios por el respeto a la dignidad de los más desprotegidos y de protección a los derechos más fundamentales del ser humano consolidados en la civilización occidental del siglo XX. 
En México estos derechos, y dignidades de cientos de miles, parecen haber sido arrinconados por diversos factores, muchos de ellos co-sustanciales a un modelo económico polarizador de ingresos y generador de miles de efectos de impunidades y racismo, un permanente represor de ingresos y salarios dignos para las grandes capas de la población solapado por gobiernos (priistas y panistas) que contienen las alzas salariales y entregan decisiones y bienes nacionales al mejor postor en aras de un productivismo financiero-empresarial en menosprecio de las necesidades estratégicas de un Estado creado para proveer de políticas tendientes al bienestar de las mayorías y la reproducción de un futuro cada vez más humano para la nación. El modelo neoliberal a la mexicana bien podría resumirse como "hagamos un México paradisíaco para al menos un porcentaje mínimo de la población, el resto son la variable imperfecta, manejable...", como ellos mismos los altos funcionarios de 20 años atrás la definían, con su peculiar humor, entre pasillos mientras recreaban con los hijos de grandes empresarios y políticos cercanos esa nueva casta político-empresarial.
Desde mi personal punto de vista, la crisis financiera de estos últimos años, si bien evidenció que el sistema puede derrumbarse por su propia evolución, aún tiene el sostén de las políticas
gubernamentales del mundo occidental y, por supuesto, de los gigantes transnacionales a quienes se atribuye, cada vez con más tino, el manejo real de la políticas mundiales.
En México es ostentosa la corriente privatizadora de bienes nacionales desde hace años, la alianza obvia entre los poderes fácticos y los gobiernos en turno, las tendencias hacia las impunidades en miles de decisiones de negocios, exenciones de pagos, impuestos y toda una gama de variables que solo trastocan el propio modelo económico para acelerar la polarización  de ingresos y del poder económico y político, incluso a niveles regionales donde suele resultar incluso más obvio el contubernio entre políticos y empresarios.
La industria nacional ha sufrido un acelerado traslado de manos asociándose o vendiéndose a empresas extranjeras en un alto porcentaje. El campo mexicano sufre procesos semejante a través de muy diversos mecanismos que hacen que el control de la producción esté en manos de empresas corporativas mundiales y se comercializa sin criterio rector alguno por parte del sector público.
Todas estas tendencias claras, han sido solapadas por cantidad de gigantescos medios de comunicación que las diluyen, las hacen menos notorias e importantes que la boda de un famoso por vía del "rating" y una arpía instalada hace muchos años en los métodos de la psicología moderna, la mercadotecnia.
La incredulidad en que se subsume el mundo de la política ante la sociedad aún no nos indica que estamos en el mundo del ilusionismo para pensar que un candidato es bueno porque no es de partido alguno. Sin embargo lo que es más factible es que se reagrupen los desencantos para ser plasmados en una propuesta más incluyente, una propuesta que dé respuesta a las inquietudes y desesperación de al menos varios déciles (estadísticos de población) de las partes bajas y medias de la gráfica de ingresos de población, que por muy diversos medios (y aquí intervienen ya las llamadas redes sociales cibernéticas) expresan de muchas maneras ya no sólo su incredulidad y su descontento sino albores de las formas en que les gustaría que funcionen mejor las cosas de su entorno. 
Ocupémonos entonces, de recoger las preocupaciones, de pensar sobre ellas y construir una alternativa más humana, capaz de revertir esa tendencia polarizadora de poder, impunidad, ingreso necesario, antimediatizadora, promotora de un mayor poderío de las organizaciones sociales que puedan servir como gestoras de grandes iniciativas para humanizar la vida diaria, una sociedad mas igualitaria, con más seguridad social y con herramientas para regañar y corregir a los poderes de la unión en torno a su papel, su eficacia o ineficacia y remover a las piezas del tablero que obstruyan un nuevo proyecto más humano, hacia el bienestar de la nación.
Debemos crear un proyecto que genere consensos, más y mejor seguridad social, igualdad, mejor educación, inclusión de las minorías, más acorde con el planeta y la naturaleza. Que este programa sea un "mandato" como lo establece la constitución ya.


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