9 jul 2010

Tiempo de camaleones

El camaleón es un animal muy peculiar, asume un camuflaje mimético con su entorno por lo general las plantas y árboles en los que se posa en espera de su momento para cazar insectos y devorarlos así como para protegerse ante depredadores mayores.
La situación actual del plano político en México muestra enormes cantidades de "árboles" y "plantas" que son campo fértil para atraer a millones de insectos. Cada presidencia municipal, cada edil de las mismas, cada gobernatura de tantos estados que coinciden en su transición o entrega de estafeta en los días previos son el caldo de cultivo que hace deseables los mejores posicionamientos de palabras, por millones, para atraer a los millones de insectos que alimentarán la sobrevivencia de los camaleones. Por árboles podemos entender nuevos florecimientos en las estructuras de mas largo plazo, sólidas, que brindan cobijo y seguridad a la vida silvestre. Por "plantas" entiendo las propuestas de esperanzas nuevas, más de corto plazo, que promueven cambios en la inmediación en lapsos de tiempo cortos y dam alimento y esperanza a toda vida silvestre.
He aquí que es tiempo de gula para los camaleones, seres que se llenan y se tiñen de lo que los demás seres esperan ver. Desafortunadamente los camaleones saben que no se dieron muchas de las semillas nuevas y que muchos de los árboles, que no han sido cuidados adecuadamente, ya tienen escasa savia. Además, muchos árboles han emigrado a través de sus raíces a muchos kilómetros más allá, o han sido poseidos por otros seres, por lo general bestias voraces y feroces, a quienes se les ha dado la concesión o de plano sintieron que se podían hacer de ellos y evitar que insectos o incluso camaleones se puedan acercar a los mismos. Pero esos son secretos que los camaleones guardan y que desconocen todos los mosquitos y demás insectos que suelen luchar por sobrevivir y no suelen atender a los viajes de árboles y plantas que las bestias voraces mueven como piezas de ajedrez en el juego del mundo. Se va reduciendo así una gran parte del entorno al que tienen acceso todos esos insectos que solo repentinamente se dan cuenta de que hay cada vez menos comida y deben hacer doble esfuerzo para sobrevivir, si es que lo logran.
Al camaleón no le interesa verse más que como un buen decorado y que se acerquen a él los pequeños insectos para alimentarlo y darle la fuerza de reproducirse como tal. No para en mimetizarse a su gusto para parecer corteza o pasto nuevos y espera en vísperas de la llegada en oleada de los millones de insectos que buscarán nuevas pasturas y plantas, raices de árboles y todo tipo de alimento, incluso de otros insectos a quienes puedan comer por tener mayor capacidad para hacerlo.
Hay camaleones viejos y otros más jóvenes. Estos, los más jóvenes han sido entrenados por los más viejos y esa educación de muchas generaciones hace casi instinto natural en los camaleones jóvenes que se mimetizen al gusto del consumidor en aras de sobrevivir en esa jungla o ese bosque. De tal manera que las mañas y los disfraces son ya algo tan natural en su vida que hacen casi un arte de ello. Sin embargo hay algunos menos listos y se mimetizan a la vista de todo lo que les rodea, esos son más obvios, digamos menos educados ya que son camaleones que son desconocedores del momento de oportunidad como diría Milton Friedman, teórico y teólogo del mimetismo camaleónico, aunque él sea de esas bestias mayores que tienen apetitos mayores y comen enteros árboles y prados enseñando aún más mañas a leones y tiranosaurios. 




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