25 jul 2010

Primeras impresiones en torno a la concentración de hoy 25/07/ en el zócalo de la ciudad de México

El llamado de Andrés Manuel López Obrador al zócalo, por octava ocasión me parece, generó una cierta expectación en muy diversos sectores en los días anteriores a su realización. Por una parte entre las diversas corrientes integradas en partidos que se precian de ser considerados de izquierda (DIA) y por otra, en las estructuras de cuadros y dirigentes partidistas de los demás partidos del espectro político de este país. Estas estaban atentas a cualquier alusión o anuncio espectacular relacionados con la o las candidaturas hacia la próxima elección presidencial de 2012, a la estrategia o esbozo unitario de la misma que esperaban fuera delineada en este sentido por el propio AMLO y la enorme organización cuidadana que él encabeza. 
Con seguridad habrá quienes hayan sentido que lo sucedido fue la reiteración de que AMLO sigue la misma senda que trazó desde 2006 en la que esbozó la necesidad de construir y fortalecer una infraestructura de organización y militancia consciente y consistente al menos equiparable en magnitud a los aparatos locales del PRI que les proveen del denominado "voto duro", misma que no supieron construir los aparatos partidarios. Es de alabar, sin duda, el esfuerzo y la amplitud de la organización que ha configurado dicha labor de visita e integración casi censal de las problemáticas locales a todos los pueblos y municipios. 

Los informes por entidad de cifras de ciudadanos reclutados, la difusión del periódico Regeneración (distinto del que era editado a principios del sigloXX por los fundadores del PLM que tenían una consolidada influencia del anarcosindicalismo de aquellos tiempos) como medio de difusión y educación política, fueron someros y acompañados por un sube y baja de tonos y expresiones que hicieron agradecer a los oyentes el que los relatores fuesen breves.
La presencia y voz de personalidades como González Pedrero, Armando Bartra y Elena Poniatowska (ya sin campanas al vuelo) añadió de nuevo el interés, con análisis y romanticismo, hacia una mayor expectativa de que habría algún anuncio o tesis de gran novedad. 

Recortes a sueldos públicos, nueva legalidad en la igualdad jurídica del ciudadano, reformas  fiscales (proporcionales y no evasivas) incluso Corporativas; nuevas reglas de concertación y antesala ("lobbying") a sectores de cúpula y empresariales. Reanimación y reconstrucción productiva del campo, independencia alimentaria y apoyo a la pequeña y mediana industrias grandes generadoras de empleo; oportunidades y mayor espectro de actividades para la juventud; grandes inversiones en materia de rehabilitación escolar y construcción de vivienda, unificación institucional de la salud pública y generalización de pensiones y atención médica para adultos mayores... "nueva legalidad" que evitaría toda componenda de influencias y otorgamiento selectivo de servicios; retomar el control absoluto de las industrias de petroleo, refinación, energía eléctrica; regresar a la objetividad en la integración de la suprema corte, etc 
Si bien son un plan de estratégias audaces, deseables y plausibles, desde mi personal punto de vista han sido planteadas ya en sus grandes rasgos, tal vez en formas más sutiles o no, dentro de distintos bocetos de programas de gobierno alternativos por diversos actores de la vida política nacional. Nada nuevo o espectacular salvo tal vez toda esa nueva visión ("moral") de materias cívicas en la educación familiar y escolar, ideas agolpadas y poco claras, confuso con presencia de conservadurismo romántico, que llegó a confundir a más de muchos sobre su definición y significado. (En lo personal, la probable intención de López Obrador, me recordó un decálogo un intento de síntesis, admirable, emitido por el gobierno de Evo Morales en Bolivia: PLANETA CONCIENCIA: El Vivir Bien como respuesta a la Crisis Global )
De nuevo el error de un voto a mano masiva en vez de un documentado asentimiento. Para miles será él el candidato, aún con el mayor índice de rechazo, y eso puede, probablemente, obscurecer la acción concertada entre otros posibles perfiles y organizaciones. 
Meter presión a los demás y acelerar el paso, lo cual es probablemente correcto si se trata de construir una base de simpatizantes más militante y amplia o incluso para obligar a definiciones estratégicas y programáticas de las estructuras partidarias, será de nuevo el volver a desatar los demonios las tormentas de las campañas del miedo a un individuo por tener los medios y las castas en contra. 
Dos años antes de la elección centrar todo equivocadamente en el candidato, en vez de un programa de gobierno, centrar en él todo ataque, toda defensa y toda la atención (con la egolatría al más puro estilo bonapartista que anteriormente le sedujo como carisma, y que significó problemas logísticos en momentos clave) puede volver a ser un error. La frase tan acudida de "quien no polariza la opinión de amplios sectores no arrastra consigo crecer su fuerza y popularidad para ganar" está, a estas alturas de los albores del siglo XXI, muy estudiada y tamizada por la acción de los medios masivos y las encuestas de comunicación, sea a favor o en contra.
Aún recuerdo la división provocada, incluso dentro de grandes familias, en torno a la figura que perfilaban los medios del candidato de la izquierda y la brutal campaña de mentiras sobre la desaparición de la propiedad privada.
Seamos claros hay que centrar muchas más miradas en la discusión del programa para crear simpatías hacía las posibilidades de un programa de gobierno, el convencimiento y consenso de éste en amplias capas de la población y las medidas para una transición que brinde la oportunidad de generar gobernabilidad para posibilitar una consolidación de las nuevas o renovadas instituciones que el día de hoy se dibujaron tenuemente en el zócalo sería un buen epicentro para concentrar la atención de un amplio espectro de la ciudadanía.
Aún no sé si fue una buena idea el destaparse a la senda por la silla, como hoy lo hizo, o dar paso a una mayor puesta en escena de posibles candidaturas y programas de gobierno de otros buscando un mayor consenso en aras de una gobernabilidad democrática y, por qué no, incluso pensar en la integración de un equipo y aparato de gobierno que refleje dicho consenso entre la ciudadanía.






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